De ahí que haya tan pocas instantáneas. Sí, sé que me las tengo que afeitar, pero es una apuesta personal. El ambiente era genial, la gente ebria, el alcohol corría a raudales, las copas baratas y pocos turistas a la vista. Como anécdota cómica contaros que en uno de los bares me preguntaron si era israelí, por eso de las barbas que calzo.