Originalmente, un equipo usaba los números del 1 al 11, correspondiéndose abiertamente con su posición dentro del campo, pero a nivel profesional, esta práctica se suplantó por la numeración del equipo, en el que cada miembro lleva un número fijo a lo largo de una determinada temporada o competición. En el inicio de aquella temporada, frente a Kansas City, los White Sox lucieron esas camisetas que terminarían creando una tendencia decisiva en el deporte.