Se dice que pudo haber sido un excelente líbero ya que sus dotes para arrancar jugadas desde la defensa eran inmaculadas, y como defensor central nunca cometió errores al despejar balones. Entre finales del siglo XIX y principios del XX aumentaron las reivindicaciones de la población femenina, que se materializaron en el feminismo como movimiento de emancipación de género. En el centro del campo, manejaba los hilos del equipo, como típico mediapunta o 10, asistía a sus delanteros, era letal por las bandas jugando de carrilero o de 8, cumplía correctamente funciones de volante mixto, de recuperación o el tradicional «box-to-box» (mediocampista central por donde pasa el fluido del juego, ordenando la defensa y ayudando al ataque), y en defensa, suplía las funciones de sus compañeros cuando subían al ataque en tal caso, como Krol, Rijsbergen o Suurbier cuando fueron compañeros en la Selección.