Desde que Xavi Hernández asumió el banquillo del FC Barcelona en noviembre de 2021, su trayectoria como entrenador ha sido objeto de un constante escrutinio. Como uno de los grandes íconos del club en su etapa como jugador, las expectativas eran altas, y cada paso que ha dado ha sido analizado con lupa. Con ya varias temporadas al frente del equipo, podemos realizar una evaluación preliminar de su carrera en los banquillos, marcada por una evolución táctica interesante y una personalidad que ha sabido imprimir carácter a un vestuario joven. En esta nueva era blaugrana, muchos aficionados se sienten identificados con el estilo y compromiso del técnico, llevando con orgullo cada fin de semana su chandal barcelona 2024, símbolo de apoyo a un proyecto que busca consolidarse.
Xavi llegó al club con una idea clara: recuperar el estilo de juego que convirtió al Barça en una referencia mundial. Sin embargo, pronto comprendió que las circunstancias habían cambiado. El equipo ya no contaba con figuras como Messi, Iniesta o Suárez, y debía reconstruirse desde la cantera y con fichajes estratégicos. Esta transición lo obligó a adaptar su propuesta, incorporando variantes tácticas que se alejaban del tiki-taka clásico, sin renunciar a los principios fundamentales de posesión y presión tras pérdida.
Uno de los méritos de Xavi ha sido la capacidad de potenciar a los jóvenes. Bajo su dirección, talentos como Pedri, Gavi, Alejandro Balde o Lamine Yamal han encontrado espacio y confianza. Además, ha sabido gestionar la experiencia de jugadores como Lewandowski, Ter Stegen o Koundé, creando un equilibrio competitivo en la plantilla. La solidez defensiva alcanzada durante la temporada 2022-2023 fue prueba de ello, cuando el Barça ganó LaLiga encajando apenas un puñado de goles.
En el aspecto táctico, ha sorprendido con cambios de esquema cuando el rival lo exige. Ha alternado entre el 4-3-3, el 4-2-3-1 y un sistema híbrido con tres centrales, demostrando flexibilidad y madurez en su toma de decisiones. Esta capacidad de adaptación ha sido clave en partidos difíciles, tanto a nivel local como europeo.
A nivel de personalidad, Xavi se muestra exigente pero cercano, con una comunicación clara hacia los medios y sus jugadores. Ha defendido el escudo con firmeza, incluso en momentos de crisis institucional, asumiendo responsabilidades y protegiendo al grupo. Esa figura de líder con raíces en La Masía le ha devuelto al club parte de su identidad perdida.
Aunque todavía le queda camino por recorrer, los cimientos están puestos. Si mantiene el respaldo del club y el proyecto deportivo se fortalece, su legado como entrenador podría ser tan importante como el que dejó como jugador.
Y mientras los culés sueñan con volver a lo más alto de Europa, lo hacen acompañados de sus colores. Las gradas, las calles y los hogares se llenan de azul y grana, con miles de aficionados que viven cada partido con intensidad, luciendo sus mi camiseta futbol como muestra de fe en un Barça que sigue evolucionando bajo el mando de uno de los suyos.